miércoles, 26 de junio de 2013

ROCK!

El rock duro no ha vuelto a ser el mismo desde que en 1987 Guns ‘N’ Roses publicó su primer LP, “Appetite for destruction”. Este disco, que es considerado por muchos como el de más personalidad, fuerza y estilo de todos los publicados por la banda, llegó en un momento en que la escena musical estaba cayendo en la apatía de lo repetitivo. El mercado del rock duro entre el glam metal americano y el trash más radical. Los primeros abusaban de fórmulas estudiadas y estilizadas, con las ventas garantizadas, pero que no suponían alicientes musicales, mientras el trash metal pasaba por su etapa más speedica, en que imperaban los ritmos trepidantes y el máximo volumen. Las únicas alternativas estaban dominadas por la nueva ola de la música sintetizada y por los guitarristas de alta escuela que, con una técnica impecable, resultaban excesivamente cínicos para transmitir sentimientos a su audiencia. La irrupción de “Appetite for destruction” en este panorama no fue fulgurante ni estelar, sino que el disco entró poco a poco en las listas de éxitos, alcanzando los primeros puestos y permaneciendo en ellos por tiempo récord (“Appetite for destruction” se mantiene durante 147 semanas consecutivas dentro de las listas de Bilboard y “Sweet child o’ mine”, unos de los singles del disco, se mantiene en el número uno seis meses consecutivos). Se estaba labrando un retorno al corazón y la esencia del rock and roll, con la mezcla adecuada de blues, ritmos sólidos y sentimiento. El camino estaba sembrado para la transformación de los ’90.

No hay comentarios:

Publicar un comentario